jueves, 24 de enero de 2013

COMUNICAR


Digamos que toda forma de transmitir "algo" es comunicar. 
Hay distintos modos de comunicar, y también hay muchísimos "algos".
A veces uno quiere decir "algo" y dice un "algo2" que no termina de llegar al otro como el "algo" deseado (1).
A veces nos quedamos cortos en el "cómo" y el "algo" se diluye en una actitud incorrecta. Otros, el "cómo" es exagerado y el "algo" resulta violento aunque neutralmente sea una "pavada". 
¿Cuántos "algos" por día queremos comunicar? Ni hablar de la cantidad que necesitamos transmitir en una vida.
¿Es posible estancarnos en un modo que diluya nuestro "algo" contraproduciendo nuestra intensión todo el tiempo? Sí. 
También es posible que temamos tanto la reacción del otro que dilatemos nuestro "algo" hasta no manifestarlo nunca, o hacerlo tarde.
En mi experiencia, nadie es experto en el "cómo" por la simple razón que todos somos susceptibles a diferentes estímulos (gestos, silencios, palabras) de forma tal que lo que a uno puede parecerle "nada" a otro puede significarle "todo". No exagero.
Creo que es por eso que comunicarnos es tan difícil. 
Cuando nos comunicamos ponemos todo nuestro ser al servicio de una acción que tiende a un fin. Aquí hay mucho más de lo que parece. 
En nuestra comunicación influye nuestra apariencia, los gestos que heredamos, copiamos o poseemos por naturaleza, quien te dice algún tic nervioso, nuestro estado de ánimo y de salud, nuestra edad, el lugar en el que vivimos o estamos, nuestro idioma, nuestro tono de voz, las palabras que elegimos para un momento dado y también nuestras palabras "preferidas" o fetiche; las circunstancias de tiempo, la relación con el otro, la historia. 
En fin, nuestra persona y vida se pone a prueba cada vez que deseamos algo de o con otro.
Comunicar es una tarea delicada como un baile. Generalmente hay ciertos rítmos que nos quedan mejor. Otras veces no sabemos bailar nada y nos quedamos stand by. A veces podemos seguir el rítmo de la música pero no sabemos los pasos de baile al dedillo.
A veces nada de esto importa y encontramos una pareja de baile ideal. Incluso ésa que, como nosotros, no sabe bailar muy bien. Aún ahí, en ese primer momento en que la música no nos lleva del todo y nos frustramos (o no), aún en ese instante algo pasa con un otro y podemos conectar.
Incluso muchas veces conocemos a alguien sin que ninguno de los dos sepa bailar y terminamos con los años  dominando nuestros signos hasta llegar al nivel de las artes marciales. 
No todo está perdido, entonces, en la "Era de la comunicación" (fallida). Siempre se puede empezar de cero nuevamente.
Siempre se puede aprender a bailar.




P.D: Peli relacionada con este post y que ví después de escribirlo: "Silver linings playbook"

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