Este Bicentenario patrio tuvo la apetencia de coincidir con un viaje que hace tiempo planeamos con madre. Un viaje destinado al consumo voraz y al capitalismo salvaje. (Bué, no fue para tanto, pero le da un toque
"mea culpa" que suena copado).
Al volver pude notar que lo viví con, por lo menos, dos puntos de vista diametralmente opuestos, y a la vez complementarios; que, supongo, siempre están en uno, pero no sé si los vemos tan patentemente.
Por ello algunos momentos son relatados desde la óptica de
"Ana-Zen" y también desde la mirada de
"Angry-Ana" (imaginen una especie de
"Papá enojado", pero versión Ana).
Ah, y no soy bipolar. Sólo me copa parecerlo ;)
"Ana-Zen": El viaje empezó con un traspié. Un petit traspié que no logró hacerme perder el estado "zen-raffaellesco" en el que ando sumergida.
Hete aquí que mi pasaje figuraba como perteneciente a un colectivo que se fue antes que yo. Es decir, un colectivo que perdí.
La suerte quiso que pudiera viajar igual, y con mi madre, como había sido planeado.
"Angry-Ana": Aunque las respuestas de los fuckin' empleados de las sonsofbitches empresas de colectivos fueron de todo menos satisfactorias y agradables. (A excepción del chofer, "todobienconvosloco". "Ana-Zen"). Oh, sí! Pero ellos ahora ponen videos instructores!A falta de azafatas. Todo lo necesario para que sea el pasajero quien se sienta total y absolutamente responsable por su seguridad, "por las dudas que a nuestros choferes se les cante conducir como el orto y a los pedos. Ubíquese y no SE arriesgue".
Es casi como que me digan "mejor quedáte en tu casa, así no te arriesgás a morir en el intento de vivir".
Las instrucciones, a saber: no poner los bolsos en el pasillo (d'oh!), dejar los mismos en el portaequipajes (Oh!) y bien "firmes", no vaya a ser que se caigan por su culpa; usar un cinturón de seguridad inexistente; mantener los asientos a 90º porque ése es el máximo de seguridad, y si tenés ganas de dormir hacéte cargo; controlar que el chofer no exceda el límite de velocidad (el súmun) y como a ésa altura desonecté mi mente, etc.
Esta práctica de las empresas de trasladar toda la responsabilidad de TODO en los usuarios/consumidores, es una FARSA, sépanlo.
Ni hablar de mi imposibilidad de caber a lo largo de los putos asientos del que se supone debe ser un servicio cómodo.
Para colmo de males, se ve que la chota que me anotició en Bahía Blanca que "este colectivo ya se fué-eeeee" (levantadita de tono irónica) llamó a la CNRT, porque Oh! casualidad, cuando bajamos en Retiro había un inspector que me hizo dejarle el pasaje.
"Ana-Zen": Pensé que por lo menos hacen controles de vez en cuando, ¿no? Pero también sentí mucha culpa con el pobre chofer piola que me llevó igual , y al que probablemente enterré dandole mi pasaje sin pensar al malvado "controlador".
Sobre todo porque a la vuelta nos tocó un chofer malo, al que solicité algo muy amablemente y que me respondió irónicamente con un "está bié-eeeeen" (levantadita de tono. ¿Está bien qué?, forro. "Angry-Ana").
Aún así, el viaje fue rápido y casi sin retrasos, lo cual, dadas las happy circunstancias, es apreciable. Además, a la ida dormí como muerto en paz, así que ni cuenta me dí de nada más.
Casi siempre viajamos en subte. Desde Retiro al hotel en Av. de Mayo sin problemas al llegar.
"Angry-Ana": Ahora, lo que era volver en dirección al hotel desde cualquier punto de la ciudad! Fuckin' Aristóteles! "El hombre es un ser socia-aaaaaaal" Oh! Deam it!! No hay nada que me CRISpe más los nervios que la mala organización, o la falta absoluta de ella!
Por lo menos me dí el gusto de golpear "comoquiennoquierelacosa" a varios adolescentes imberbes; aunque tuve que reprimir mis deseos de hacer lo propio con sendos ancianos.
"Ana-Zen": Porque, pobres, encima que quieren asistir al festejo, siendo ésto algo de relevancia en sus vidas, seguramente, ellos no pueden andar a paso joven (?).
Como siempre, sentí mucha pena de todas las personas que vendían cosas o efectuaban algún tipo de espectáculo en el subte. Y por ello compré una agenda de dudosa utilidad (again); dos escarapelas, ambas perdidas por ahí, y regalé monedas a troche y moche, cual si fuera Eva Perón.
"Angry-Ana": Hasta que me harté de la caridad y de que me hincharan las guindas cada dos pasos pidiéndome guita. Entonces entendí a toda ésa gente que a veces me cuesta entender; a ésas miles de personas indiferentes a todo, que siempre van (caminando, en colectivo, en auto, en subte) con cara de saturación cercana a los instintos asesinos que habitan en todos nosotros.
En lo que respecta al "festejete", creo que ambas Anas se amalgaman.
Digámos que con madre hemos tenido un viaje "lindante" más no "trasnversal" con el aclamado BI-CEN-TE-NA-RIO (cuya fiesta volveremos a vivir el 9 de julio de 2016, a mi criterio, con mayor justicia histórica, aunque, independencia, lo que se dice independencia, no creo que tengamos, aún hoy).
Nuestro hospedaje en Avenida de Mayo (siempre estratégico), esta vez me hizo sentir en una doble realidad concomitante.
Todo muy loco.
Pues, si bien anduve girando por las cercanías del parade, sólo una vez atentamos con meternos en el maremoto humano, y nos duró menos de lo que dura un pedo en una canasta.
El resto del tiempo, lo pasamos y lo paseamos, en el resto de la ciudad, que parecía hacer caso omiso de la existencia de algún festejo, ya dos o tres cuadras a la redonda.
A los milicos que desfilarían en trajes de época, sólo los vi bajar de sus bunkers verdes mientras desayunaba.
A los conciertos los vi por T.V; y específicamente a León Gieco (a quien ya vi varias veces en vivo), lo vi mientras cenaba en una pizzería de calle Corrientes, a unas pocas cuadras del live. Aclamando constantemente "cuánta gente! Pero mirá cuanta gente!", a lo que madre respondía cual coro sinonímico.
Y muchos pensarán que los festejos me fueron indiferentes (tanto que se le pide a Dios que nada le sea indiferente a nada); pues no.
Yo participé de otro costado.
Me pareció muy loco ver hordas de gente muy tranquila caminando en medio de Corrientes o Av. de Mayo, desde y hacia el festejo, a todas horas.
No sólo éso, sino que el tránsito automovilístico no había sido formalmente cortado en dichas calles, con lo cual se daba una bizarra convivencia entre peatones y conductores, dejando amplio margen a la discrecionalidad , pero casi siempre con una armonía ad hoc otras veces impensable.
Fué como presenciar una película de zombies absurda, en la que los mismos no ansiaban destripar, sino que actuaban bajo los efectos de algún sedante para caballos.
Así fue mi encuentro bicentenal con la capital de la patria.
P.D: En honor al significado antagónico-dicotómico de mi diosa Némesis.