sábado, 9 de junio de 2012

JAZZ FUSIÓN Y SHOPPING


No hace falta ser muy ducho para darse cuenta que los fines de semana (especialmente cuando llueve a cántaros) los so called shopping centers se llenan de diabólicos muchachitos de clase media-alta a los cuales sus padres no saben cómo carajo entretener, y así el bardo está disponible para que nos lo comamos nosotros, el resto de la sociedad que por allí osa rondar.
Este elemento fáctico es utilizado con certero efecto por las empresas. Pongamos por caso: P*mpers.
Entonces, hipotéticamente dicha empresa organiza un espectáculo “X” en el shopping center. Y qué mejor para arengar a las hordas de infantes incultos e irrespetuosos que contratar a tres señores mayores para que den vueltas por el lugar tocando micro-temas de jazz.
Digo, puede parecer una idea brillante, y a primera vista me lo pareció, no voy a mentir. El problema fue cuando advertí que nadie les daba bola a los pobres vejetes, por ende, nadie aplaudía sus alegres cancioncitas.
Hete aquí que su congraciente (¿?) servidora, amante de la música como es, les hace el honor (¿?) de aplaudirlos y quedar como una psicótica loca mala y solitaria.
No le quedó otra opción a mi madre más que aplaudir también, luego de mi represivo llamado de atención: “estos bahienses son unos amargos, nadie aplaude”.
Hasta aquí, una heroína en potencia…
Pero como no podía ser de otra manera, la situación se tornó tensa cuando los old-jazzers se quedaron al lado nuestro como 40 minutos esperando el fulgor de nuestros aplausos patéticos, mientras nuestro almuerzo ya estaba demorando demasiado.
Llegado este punto me planteé seriamente birlarles el tamborcete y partírselos por la cabeza.
Es que para heroína la paciencia no me da. Y ya yodos saben que NO ME GUSTAN LOS NIÑOS. Así que preferí unirme a las “artes oscuras” y hacerme fan de Darth Vader.
Es más mi estilo.


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